Descubre tu modus operandi ideal
En el mundo del emprendimiento es muy habitual ver a las personas trabajar en solitario, desconociendo o incluso desconfiando de las ventajas de trabajar en sinergia, siendo poco dados a delegar las partes secundarias y accesorias de su trabajo -los campos en los cuales no se desempeñan óptimamente- en otros profesionales, ya sea por que no creen que otros puedan hacerlo mejor que ellos en tareas como el marketing, la logística y distribución, o la búsqueda de espacios donde desarrollar su negocio, o porque no disponen del efectivo para contratar estos servicios y poder enfocarse al 100% en su expertise.
Trabajar en sinergia y delegar las tareas secundarias del negocio tiene sus ventajas, y no hacerlo también; sin embargo, el factor a tener en cuenta en esta valoración es la eficacia: ¿Merece la pena ahorrar costes y tiempo de negociación con socios y colaboradores para que el negocio se demore por ejemplo, 3 o 4 años en dar beneficios tangibles, si puede hacerlo en 2?
Dependiendo del tipo de negocio, y de la personalidad y circunstancias del emprendedor, un socio y/o un colaborador pueden ser aceleradores del éxito, o por el contrario un estorbo o un lastre, y la clave para el éxito del emprendimiento está en discernir en cuál de los dos casos nos encontramos.
La madre naturaleza nos muestra, aquí en nuestra piel de toro -el territorio de España- dos ejemplos bien conocidos de nuestra fauna autóctona, que representan con singular eficacia y éxito en la dura tarea de sobrevivir en un medio natural, ambas opciones en el modo de emprender, en solitario y en grupo o mediante sinergia.
El primero es el lince, cuyo hábitat se localiza principalmente en el entorno del parque natural de Doñana, en la provincia de Huelva, Andalucía, y en los montes de Toledo, en la provincia del mismo nombre, perteneciente a Castilla-La Mancha.
Se trata de un predador que caza en solitario, y vive casi toda su vida de igual manera, alimentándose de pequeñas presas, como conejos, liebres, y perdices, entre otros. Su eficacia en la caza oscila entre el 30 y el 40%, es decir, que de cada 10 veces que acecha y ataca a una presa , entre 3 y 4 de promedio se la lleva a la boca.
La ventaja es que salvo que sea una hembra con crías a su cargo, no tiene que repartir la presa con nadie más, a no ser que otro depredador más fuerte, como por ejemplo el lobo, se la arrebate antes de habérsela comido.
El lobo ibérico, icono de nuestra fauna gracias a los inolvidables reportajes del naturalista Félix Rodriguez de la Fuente, es precisamente el ejemplo de predador que caza en grupo, en estrecha sinergia con sus congéneres, y cuyos hábitats más conocidos son la Sierra Morena de Andalucía, la cordillera cantábrica, el macizo galaico, y la Sierra de Gredos en Castilla León.
Se trata de un animal de mayor envergadura que el lince ibérico, el cual pesa en promedio algo menos de la mitad que el lobo; los lobos viven a lo largo de toda su vida en manadas, generalmente de entre 5-6 individuos hasta 12-15, si bien existen individuos que lo hacen en solitario, y manadas con un mayor número de ejemplares.
Un lobo puede cambiar de manada varias veces a lo largo de su vida, e incluso formar su propio grupo. En cualquier caso, cuando la manada es demasiado grande para los recursos del territorio, ésta suele dividirse en otras, y parte de los individuos emigran a nuevos territorios sin explotar.
El lobo es singularmente hábil para la caza y está dotado de un instinto muy desarrollado y de grandes capacidades para tener éxito en este desempeño. La estadística de su eficacia como cazador en grupo ronda el 60 y en ocasiones el 70% de promedio; eso sí, el botín de la presa o las presas (generalmente piezas de caza mayor como ciervos, corzos, cabras, jabalíes, pero también conejos y otras piezas de caza menor) se reparten entre toda la manada, comenzando por los líderes -el macho y la hembra alfa- y terminando por los individuos más jóvenes y los cachorros.
Como podemos ver, el lince es menos eficaz en su desempeño, pero se queda con el 100% de su botín de caza; el lobo, en cambio, es más eficaz cuando caza en grupo, pero ha de repartir el botín con los compañeros de manada, atendiendo además a la jerarquía del propio grupo.
Sin embargo, y más allá de los porcentajes de eficacia, el verdadero éxito se da cuando nos conocemos realmente, tanto en lo personal como en lo profesional, y somos conscientes de nuestros talentos y capacidades así como de nuestras carencias, y aplicamos ese conocimiento siendo nuestra mejor versión, y no la más o menos afortunada copia de otra persona, tal y como explico en este artículo:
¡El éxito es autenticidad! Por tanto, tómate el tiempo y el trabajo necesario para conocerte bien a ti mism@, y a continuación decide si eres un emprendedor lince o un emprendedor lobo, y el éxito estará asegurado.
Manuel Marques Robles
Coach y Mentor del Camino del Héroe
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