El Análisis Transaccional
Cuando actúas en tu vida cotidiana, ¿cómo te compartas? ¿Como una persona adulta? ¿Como el niño o la niña que fuiste? ¿O como lo hacían tus padres cuando eras solo un niño?
La respuesta es… ¡como todos ellos! Porque todos nosotros llevamos dentro nuestro al niño o la niña que fuimos, a la figura omnipresente de nuestros padres con sus reglas y preceptos, y también, entre ellos, a nuestro ser adulto, que intenta poner orden entre ambos para poder hacerse cargo del timón de nuestra vida. Fue el psicoanalista y psicólogo canadiense Eric Berne quien se dio cuenta de esta triple característica de nuestra personalidad, mientras trabajaba con uno de sus clientes, un importante abogado que confesaba que: “A veces pienso que el niño que llevo dentro actúa por mi.”
Efectivamente, cada Estado de la Personalidad representa una manera característica y consecuente de pensar, sentir y actuar en la vida.
Por tanto tenemos tres Egos diferenciados, que se turnan para dirigir nuestra personalidad y relacionarnos con el mundo: El Niño, el Adulto y el Padre.
El Niño representa nuestra personalidad original; es la parte más instintiva y emocional de ésta.
En su aspecto positivo comprende nuestra creatividad, espontaneidad, curiosidad, interés por lo nuevo, atrevimiento, e impulso para vivir en plenitud y entusiasmo permanente.
En su aspecto negativo se manifiesta como inmadurez psicoemocional, irresponsabilidad y tendencia al caos y a sacrificar las oportunidades y posibilidades de futuro por el placer de la satisfacción inmediata.
El Adulto representa nuestra personalidad madura y en busca de la autenticidad; es la parte de nosotros que razona más que siente, y que trabaja apoyándose en el pasado, enfocado en el presente y con visión de futuro.
En su aspecto positivo es la empatía, el juicio ético, la responsabilidad en su justa medida, y el equilibrio logrado del conjunto de nuestra personalidad, expresando los mejores aspectos de ésta.
En su aspecto negativo denota la falta de emocionalidad y de la pasión por vivir, y llevado hasta un extremo, la psicopatía en estado puro.
El Padre representa la parte más convencional de nuestra personalidad; es el marco dentro el cual opera el paradigma social, son las reglas y tradicionales de nuestra cultura, lo que se espera de nosotros, y también lo que se desea que no hagamos.
En su aspecto positivo es la guía adecuada para enfrentar y superar los desafíos de la vida, los límites sanos, el apoyo psicoemocional de los progenitores, la familia y el conjunto de la sociedad, los Valores sólidos que nos orientan en nuestro desempeño personal y profesional, y el legado de sabiduría de nuestros ancestros para nosotros y las generaciones venideras.
En su aspecto negativo es el juicio moralizante, intolerante y represor, de pensamiento y/u obra, tanto hacia nosotros como hacia los demás; es el no-merecimiento basado en la culpa, el miedo heredado o transmitido por la sociedad, los tabúes y todo aquello que coarta o impide nuestro sano crecimiento como individuos y como sociedad.
Eric Berne comparaba estos tres Egos con las señales de un semáforo. El Niño es el semáforo en verde: ¡Adelante! El Padre es el semáforo en rojo: ¡Alto!
Y el Adulto es el semáforo en ámbar: Adelante, pero con precaución.
En una personalidad armonizada el Adulto ha de predominar sobre el Niño y el Padre, equilibrando el papel de ambos; es decir, ha de estar más presente en nuestro ser y actuar que el Niño o el Padre por separados.
El desequilibrio entre nuestros estados representa una pérdida de nuestro potencial humano.
El equilibrio entre nuestros Egos -con el Adulto liderando- es el camino hacia la Autenticidad y la Excelencia personal y profesional.
Mediante el Egograma (diagrama de barras del Ego) representamos nuestros tres estados de la personalidad, observando el equilibrio o desequilibrio entre ellos, siendo el primer paso contestar a un cuestionario previo; en mis procesos individuales y en varios de mis talleres realizo Egogramas a mis coaches y alumnos.
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Alejandro del Roble
Coach y Mentor del Camino del Héroe
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